jueves, 19 de noviembre de 2015

Vallejo en Pere Lachaise

César despertó una mañana, se sintió ausente y confirmó que le habían arrancado la vida. Se quitó los algodones de la nariz frotándose con sus dedos sucios, carcomidos por el tiempo, mientras recordaba qué tan poco había muerto aquella vez en París. Se levantó. Caminó lentamente por la habitación donde se encontraba y decidió subir por la escalera que se veía en el extremo del cuarto maloliente. Todo andaba empolvado, sucio, irrepetible, como él mismo se sentía entonces. Subió haciéndose paso entre las telarañas, cogiéndose de una baranda oxidada por el olvido, hasta que llegó a la parte superior. Tocó el techo y le pareció exageradamente compacto, como si la casa toda fuera de piedra. Empujó y golpeó hasta que le dolieron los puños: se sintió inútil, como si estuviera muerto otra vez.

Autor(s): Cangalaya Sevillano, Luis Miguel
Fuente: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas - UPC
URL:  http://hdl.handle.net/10757/581585

Horror






Autor(s): Villacorta Santamato, Jorge Luis
Fuente: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas - UPC
URL:  http://hdl.handle.net/10757/581582

Introyección

Martín Lawson volvió a Nueva York en noviembre de 1945. Compró una casa en las afueras de la ciudad con el dinero que el Gobierno le había otorgado por su servicio en la guerra y los ahorros de toda su vida militar. Se mudó a una semana de haber llegado al país con su esposa, quien había cruzado el Atlántico por primera vez, e intentó alejarse de quienes le recordaban su vida anterior a sus cicatrices. Conoció a Danielle Gaumont, enfermera de la Francia Libre, cuando su pecho fue impactado por una metralla. Gaumont había escapado de París hacia Vichy, luego de la ocupación alemana, mientras que Lawson había desembarcado en Normandía. Danielle lo había curado las heridas y alimentado a diario; lo había acompañado en los delirios de la fiebre y los recuerdos; le había leído historias que su madre le contaba de pequeña, mientras él imaginaba agonizar. Cuando creyó que el momento era apropiado, tuvo que contarle que la guerra había concluido solo para él, que tendría problemas para respirar por el resto de sus días y que regresaría a casa como un héroe.

Autor(s): García Herrera, Gabriel Jesús
Fuente: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas - UPC
URL:   http://hdl.handle.net/10757/581583

Obertura en Coda

Poesía:

La primavera al acecho del cuerpo arranca las raíces la flor el grito

Ellas Empujadas llevadas al invierno Caen cuerpos Senos extremidades ojos pulmones vaginas Caen mujeres Apretadas Oscuras Ciegas Suaves a fierro


Autor(s): Espinoza Villar, María Luisa
Fuente: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas - UPC
URL:  http://hdl.handle.net/10757/581565

Poemas de los últimos días

Después de todo La verdad es que Un poema no puede protegerte Del peso del pasado De las huellas frías de lo incomprensible Del olvido perpetuo de Quien envuelve en cintas La felicidad Y mucho menos De quien lo escribe

El día que encuentres Esa paz que te halló A la hora de vivir Por última vez De repente un pequeño Cruce de miradas Entre lo posible y lo probable Te deje caer Ya sin esperarlo En el calor de una respuesta Definitiva

Autor(s): Ordóñez Araoz, Alexander Sbedsen
Fuente: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas - UPC
URL:  http://hdl.handle.net/10757/581584